CERRO LA HORCA
CERRO LA HORCA
Corría febrero del año 1982, ibamos de vacaciones, el equipo familiar estaba completo con Amparo y los cinco niños. Decidimos visitar a los parientes en el Norte Chico, quienes vivían en Barranca y Paramonga. El bus de la Empresa Comité 5 nos llevó a nuestro destino, en Barranca los padres de Amparo tenián una amplia casa. Con 5 niños, el viaje no fue fácil, pero visitar a los abuelos y tíos era motivo suficiente para cualquier sacrificio. Entrada la tarde, después de tres horas de viaje llegamos, los abuelos Juana y Adolfo nos esperaban con sana ansiedad, el encuentro con abrazos y besos fue muy emotivo, al poco rato ya estábamos instalados. La abuela Juana habiá preparado la clásica sopa de gallina de corral, que sirvió humeante, siendo efectivo levantamuerto. La sobremesa estuvo llena de pláticas qué revivieron muchos recuerdos. Al final el cansancio vencio la palabrá y fuimos a dormir.
El sol de verano y la bocina del panadero nos despertáron, el desayuno estaba servido, los panes crocantes, lá leche fresca qué olía a establo y los tamales gordos de Supe nos esperaban. Era la magia provinciana. Aquellá mañana el abuelo Adolfo regreso del mercado, traía consigo dos enormes cojinovas, uno para el ceviche y otro para el sudado, con las cabezas un chicano, - dijo - el viejo sabía de pescados y esta vez trajo lo mejor. EL almuerzo marino llamó al sueño y la tarde fue el reposo del guerrero.
Un gallo desubícado nos despertó, erá la 6 de la tarde y los pies estaban inquietos por calle. Salimos sin saber adonde pero un inconfundible aroma nos llevó a la anticucheria de Papo, el sueño se hizo realidad, devoramos las brochetas gigantes de corazón, asi como el rachi y las lonjas de ubre a la parrilla que solo ahí sirven. Esa noche fue difícil coger el sueño porque estábamos inflados de tantas vísceras. A la mañana fuimos de tour a Paramonga, ciudad pequeñá, donde alguna vez funcionó la Empresa Grace que administraba la más grande Hacienda Cañavelera de nuestra costa. El lugar era cuna de toda la familia de Amparo. donde el abuelo Adolfo fue caporal.
Recorrimos la ciudad pero nuestro principal propósito era visitar las ruinas de la Fortaleza de Paramonga, otrora bastión militar de la Cultura Chimu. Las ruinas ubicadas al borde del Cerro La Horca, cerca al Rio Fortaleza corriente qué desemboca en el Océano Pacifico, Según la narrativa popular el sitio fue un antiguo cementerio Prehispanico, lugar de ejecución de los delincuentes de aquel entonces. Después de visitar la zona arqueológica decidimos acampar a orillas del Rio, tendimos nuestra manta de pícnic familiar y disfrutamos de la merienda al aire libre, un bello sol nos acompañaba, mientras los niños jugaban a nuestro alrededor. Sin darnos cuenta, la pequeña Anali qué ya caminaba con torpeza se alejo del grupo y resbaló cayendo a las aguas del río, en ese momento, vimos estupefactos qué la corriente se llevaba a la pequeña que flotaba boca abajo. No sé de donde saque energías y corrí hasta alcanzar a Anali sacandola del agua, la niña tosia y reventaba en llanto, Amparo desesperada lloraba y los niños gritaban, todo era un drama, crisis que poco a poco se fue calmando.
Anali casi sin darse cuenta, pero asustada dibujaba una leve sonrisa. Ahí acabo el paseo, habiá silencio, nervios crispados, impotencia, temor, deseos de regresar a casa, ganas de olvidar lo ocurrido. Ya en casa de los abuelos un humeantes café nos devolvio el almá al cuerpo, entretanto, Anali correteaba con la inocencia y la alegría de los niños.
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